domingo, 21 de noviembre de 2010

Bajo el bastión del delirio

Uno puede estar loco de alegría, loco por alguien, loco por verte, decir que a uno le están volviendo loco o que hay que estar loco para hacer algo. Pero tener una enfermedad como la esquizofrenia es responder estrictamente a lo que popularmente se entiende por loco. Lo dice un psiquiatra en el documental de Ione Hernández y Julio Médem, Uno por ciento esquizofrenia.
A veces, los pequeños milagros existen. No se trata de haber encontrado la curación para la paranoia, el delirio o la psicosis que acompañan a esta enfermedad. Pero también es un milagro ser esquizofrénico y poder hacer algo hermoso para otros, algo que les haga reír, que les haga pensar o que les haga sentirse agradecidos, aunque sólo sea una vez, aunque sólo sea esa vez. Óscar y Gabriel. Óscar, Gabriel Y Manu. Óscar, Gabriel, Manu y Los Murciélagos. Y ahora un documental que les dé a conocer. A ellos, a su música, sus dibujos y su historia de superación.
“Los insectos me devoran el cabello. Mi pelo está sucio desde hace tres años, lo llevo sin lavar. Este peluquero está jamado perdido, sus manos y tijeras invisibles; él me hablaba de la muerte mientras me cortaba el pelo. ¡No, por favor, la nariz, no, las orejas, no, ahí vienen las tijeras! Mirad cómo suenan, la mano le tiembla como si bebiese cinco copas de alcohol”, canta Gabriel en la canción La misa del peluquero.
Comencemos por el principio. Rubén Díaz, estudiante del último curso de Musicología en el Conservatorio Superior de Música de Zaragoza, organiza un festival de música, el Antipop 2010. Se pone en contacto por mail con los integrantes de un grupo llamado Los Murciélagos que ha escuchado en el Myspace del grupo en Internet para invitarlos a tocar en el festival. Responde Manu, hermano de Gabriel y le dice que no va a poder ser. Tanto Óscar como Gabriel son esquizofrénicos, nunca antes han dado un concierto y es él quien les ayuda para sacar adelante las canciones. Asunto zanjado. O no: “Yo pensé que era genial su música y que si ellos no podían venir iría yo a verlos”. Con una cámara recién comprada con un dinero prestado y su novia, Rubén se fue hasta Touriño, un pueblo de Vigo, a conocer a Los Murciélagos. “Al principio se negaron; pensaron que podía estar riéndome de ellos, pero yo quería hacer mi proyecto de final de carrera de la música y la esquizofrenia como una particularidad creativa”. Se negaron una vez más. No querían hablar de su enfermedad porque no eran capaces de verbalizar lo que les sucedía. Óscar sufre por su enfermedad y su familia no quería exponerle a una exhibición pública. Plan B: “Tuve que cambiar el enfoque, hablar sobre su música, sobre el mundo surrealista que proyectan, pero sin mencionar ni una sola vez su enfermedad. A mí me importa su música, no si son cojos, rubios o morenos”, explica Rubén Díaz. Y así fue como una semana de agosto este joven director y músico se presentó en Touriño, convivió una semana con Los Murciélagos y grabó un documental donde se intercalan las canciones delirantes, las declaraciones a cámara de los protagonistas vestidos con capa y chistera y las explicaciones musicales y de producción de Manuel.
La presentación fue el viernes 5 de noviembre ante sólo diez personas. Entre los asistentes, el cámara y profesor de la Universidad San Jorge, Carlos Villar. El resto, todos músicos, la novia del director, Laura, que se involucró en el proyecto, y una representante de la prensa.
A veces, los milagros existen. Tal vez y sólo tal vez, Óscar y Gabriel se sientan reconocidos. “A partir de hoy se sentirán como estrellas, seguro”, aseguraba entre risas Manu, hermano de Óscar, en el documental.
Rubén estaba nervioso en los momentos previos a la exhibición. Era en el local de unos amigos en la calle Torrenueva de Zaragoza, a pocos pasos del Mercado Central. Se puso en primera fila, de espaldas a los asistentes, repantingado en un sofá y con una cerveza en la mano. Se le oía reír con los comentarios de los protagonistas, con las letras de las canciones y con las palabras de los críticos que asistían al pase.
Los aplausos se sucedieron, las felicitaciones, también. Matrícula de honor. Ésa ha sido la nota que le han puesto por el documental a Rubén Díaz. “Voy a empezar a mover la historia en festivales de cine y música, no por mí, pero sí por ellos. Creo que merece la pena contar su historia de superación y que la gente conozca su música”.
Rubén Díaz asegura que ha aprendido mucho de este proyecto y desea crear una página web con entrevistas y actuaciones musicales de artistas aragoneses grabados en una sola toma, en directo y colocando al grupo en escenarios atípicos.
El documental musical en Aragón ya tiene un nuevo representante siguiendo la estela de directores como el zaragozano Jorge Nebra, autor de Tierra de cierzo, o el oscense Orencio Boix con su Los chicos de provincia somos así. Cada cual con su estilo propio y con su bagaje cinematográfico. Puede que el sonido no fuera el mejor y la calidad de la producción, mejorable, pero Óscar y Gabriel tocaron su primer concierto en directo para la grabación. Se les ve pletóricos, nerviosos y agradecidos. Un final feliz para unos comienzos memorables.

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