domingo, 14 de noviembre de 2010

Sois cojonudos

Juan Delgado no defraudó en su discurso. Conocía bien la audiencia a la que se dirigía, sin estudio previo de mercado, y logró hacer llegar el mensaje. Alto y claro: “Sois cojonudos”. No fue el único. Bruno Aceña fue el primer profesor en hablar aclamado por los alumnos y los emplazó a organizar una nueva fiesta, pero esta vez al final de Grado, con el título recién estrenado.
La ocasión lo merecía. Los alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge se vestían de gala para celebrar su Paso de Ecuador, una cena y un baile para conmemorar que ya han recorrido la mitad del camino en su carrera.
Juan David Gómez, conocedor de la conducta humana como pocos, decidió animar a los asistentes, primero con su discurso y después con su baile, pues no paró de moverse en la pista a lo largo de la noche. No era fácil seguirle, a juzgar por la cara de sus partenaires que hasta se quitaban los tacones.
Entre la crema de langostinos y el pato confitado, Beatriz Pérez, alumna de Periodismo, salió al pequeño escenario del restaurante e interpretó un monólogo que va camino de convertirse en un clásico. Repitió interpretación y ovación. Si alguien no sabe cómo son las camas de los americanos citados en el monólogo de Beatriz, que se lo pregunten a Joe, americano de los de verdad, que hizo un pequeño discurso en inglés. ¿Lo que dijo? Quién lo sabe, aclamado por los estudiantes que vociferaban su nombre.
Terminado el vino blanco, el tinto y el champán, la camaradería se iba haciendo palpable entre los comensales del restaurante Sella. “Qué difícil nos resulta hablar sin Power Point”, explicaba entre risas Manuel Viñas Limonchi. En su honor en las fotos no se dijo “patata”, sino “mancheta”, que es el título de los periódicos, como todo diseñador gráfico sabe.
Los estudiantes de Comunicación Audiovisual estaban sentados al final de la sala, lejos de los profesores, así que en vista de que aún les quedan dos años más, se levantaron en tropel para ir a saludar y aclamar a Joseba. Como no podía ser de otra forma, cogió el móvil y lo puso en modo Rec, grabando, e inmortalizó el momento con un contrapicado.
Fuera los autobuses comenzaban a llegar con los otros invitados. Los novios, novias, amigos o posibles nuevos novios y novias de los homenajeados.
Bruno Aceña marcó tendencia con su traje negro y su corbata blanca. Pero como buen comunicador logró sorprender e interesar. En mitad de la pista se remangó la camisa y enseñó una pulsera electrónica que decía: “I love you”, en letras rojas intermitentes. Iba a encenderme un cigarrillo cuando escuché una voz airada que me decía: “¡Ni se te ocurra, es malísimo para la voz y tú vas para Radio!”. Ante semejante confianza en mis cuerdas vocales no pude seguir y lo apagué inmediatamente. Todo aquél que se acuerda para contarlo, puede decir cuál será, según el profesor de Expresión Oral, su trayectoria profesional.
Todo el mundo tiene fotos del evento y si no, que las busque en Tuenti, que es como un corral de vecinos, pero del siglo XXI.
Hay que decir que alumnos y profesores iban elegantísimos. Triunfó el vestido corto en las chicas y en los chicos hubo variedad de opciones. Pero the winner is… Pablo Gracia, alumno de Comunicación Audiovisual, porque llevó pajarita que es lo último en las colecciones de Ralph Lauren, Ertl & Cohn y Charvet, una tienda de la Plaza Vendome de París donde se vende lo más in en moda masculina.
A la entrada al restaurante daban una tarjeta para participar en una rifa, pero sin sorteo. Vamos, que te tocaba o no te tocaba. Afortunada de mí me tocó una radio pulsera, pero hete ahí que estaba tan entretenida la cosa que no me dio tiempo a recoger el souvenir. Quizá sea acumulativo y en la próxima fiesta el regalo sea mejor.
Yo no sé diferenciar entre un güisqui de cinco años y otro de ocho, pero sí pude sentir sus estragos, fuera de la añada que fuera.
No hubo ni un solo incidente que desmereciera la celebración. Hasta la cola en los baños de señoras discurría ágil.
Sirvió para reforzar amistades y compartir nuevas experiencias. Para dar las gracias a los profesores y para que ellos se emocionasen.
Sólo una cosa más. La historia de ángeles que contó Miguel Ángel Motis, historiador y maestro de maestros. Fastuosa.

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