domingo, 14 de noviembre de 2010
OPINIÓN. LIMPIAR EL FANGO
Deepwater Horizon no es el nombre de la última película taquillera de Hollywood aunque, tiempo al tiempo. Es la plataforma petrolífera hundida el 20 de abril en el Golfo de Méjico y que, desde entonces, ha vertido una cantidad indeterminada de crudo al mar. Las miradas están puestas en BP y la empresa Transocean, responsable de la perforación, pero pocos hablan de la compañía Halliburton, que realizó el recubrimiento de las paredes del pozo con cemento 20 horas antes de la explosión. Curiosamente es la misma empresa que da apoyo logístico al ejército norteamericano en Irak o Afganistán. Es también la empresa adjudicataria de lucrativos contratos para reconstruir los lugares destruidos por la guerra donde, ya de paso, instalan numerosos pozos petrolíferos. El mayor desastre que asola el mundo no son las manchas de petróleo. Las mareas más peligrosas son las de la corrupción, que llegan a lugares remotos entre sí. El Gobierno griego engaña con las cifras oficiales. En Italia Claudio Escajola acepta un soborno, se compra un pisito con vistas al Coliseo y encima se niega a dimitir. En España se defiende a ultranza a Camps y se denuncia a Cayo Lara por destapar la estafa urbanística de El Pocero en Seseña. No, si va a resultar que Esperanza Aguirre tiene razón y lo de la corruptela es inherente al cargo. Pensándolo bien, lo que es inherente al cargo es que tiene fecha de caducidad, así que detengamos las mareas de corrupción que amenazan nuestras costas, nuestros sistemas y nuestros bolsillos.
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